¡Amo la vida!

 

Estamos en una situación extraña y penosa: el Congreso quiere promulgar una ley que permite dar muerte al enfermo que así lo pida. No lo harán en mi nombre. 

¡Amo la vida!

Nadie tiene derecho de matar a un inocente.

Amo todas las cosas buenas de este mundo, como un regalo recibido de Dios. Amo la verdad, la sabiduría, el arte, la ciencia, el deporte… y, sobre todo, amo la bondad de la que es capaz el hombre.

Amo a mi prójimo, y más todavía si está enfermo o padece cualquier necesidad. Respetaré la vida de mi prójimo en la salud y en la enfermedad, hasta que le llegue la muerte natural.

Pediré la ayuda del médico para curar al enfermo, y si no es posible, para aliviarle, y si esto no es posible, para consolarle. La medicina ha progresado mucho en el campo de los cuidados paliativos. Nunca provocaré la muerte del enfermo.

¡Viva la vida!


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