LA PERSECUCIÓN DE LOS CRISTIANOS EN EL MUNDO ÁRABE



Recientemente hemos presenciado atónitos el atentado contra un grupo de cristianos en una iglesia de Bagdad. Han muerto hombres, mujeres y niños indefensos, que celebraban pacíficamente la Santa Misa en su iglesia. Celebraban el santo sacrificio de Jesucristo por la salvación de los hombres, y también ellos se han unido a la muerte de Cristo por la paz de la humanidad.

La reacción de los cristianos supervivientes no ha sido la amenaza ni la violencia, sino su oración por el arrepentimiento de los asesinos y por la paz.

Durante las últimas décadas han muerto violentamente muchos cristianos en el mundo árabe, como los monjes, religiosos y  religiosas de Argelia junto con el obispo de Orán, asesinados en 1996; los cientos de cristianos crucificados en Sudán, desde los años 90 hasta hoy; la degollación del cristianos converso Mansur Mohamed en Somalia, torpemente gravada en video por sus crueles verdugos.

Todos ellos eran hombres  y mujeres piadosos y pacíficos. Algunos de ellos dedicaban su vida a la oración y a la asistencia de los pobres. Han muerto por su fidelidad a Dios y por su amor a los hombres. Muchos eran compatriotas de los mismos asesinos, como en el caso de la iglesia de Bagdad, y otros extranjeros que no han querido huir por miedo al peligro... son unos valientes.

Sé que muchos musulmanes desaprueban estos actos y se indignan por el hecho de que los asesinos cometan sus crímenes en nombre del islam.

Para los cristianos la persecución es una realidad siempre actual, pues Jesucristo así lo enseñó: "Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán" (Juan, 14, 20). Además Jesús murió en la cruz orando por sus verdugos con estas palabras: "Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen" (Lucas, 23, 34).

También nos dijo Jesús: "En el mundo tendréis tribulación, pero confiad: yo he vencido al mundo" (Juan, 16, 33).

Sin duda, la sangre derramada por los inocentes no será inútil, es una realidad ese "yo he vencido al mundo". De hecho la fe se ha extendido por el mundo, en buena parte gracias a los que han dado su testimonio de amor a Dios hasta entregar la propia  vida.

Así son los mártires cristianos: detestan la violencia y la sufren con paciencia. Derraman su amor a los demás, aunque padezcan la incomprensión y el odio. No se enfrentan al mal con el mal, sino con el amor.  Ellos abandonan este mundo para entrar en el Paraíso, pero su testimonio de vida santa hace brotar en la tierra la fe la caridad y la paz.

La mayoría de esos cristianos son árabes y algún día serán considerados como un tesoro del mundo árabe.

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